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Arriba Pena que por río viene Mi piel Mujer La Lola La nieve Chirivel Por querer Existencia Mª del mar Lato, lates

__Lato, lates  

Pequé también deshojando la flor y al pisar la hoja muerta.

 No inventé rencores ni avivé amor sosegado.

 Soy ave de paso. Pierde mis huellas el río que cruzo

 o sepultadas en polvo, la brisa las mata.

 El gineceo me brindó su polen y olvidé otra flor muerta,

 sintiendo el mismo y vacío frío intenso.

 Como hojas yertas los años caen de la copa

 del eterno ideal a la quebrada sin fondo.

 Sí, lato. Sí, lates; pero todo es monótono y quieto, 

 flor y hoja es estiércol donde no hay fuego.

 De tanto andar el mundo tiene las suelas rotas,

 un alma distraída se alumbra por seguir adelante

 y a grito pelado llama a quien ara la tierra entera.

 Como hormiga en una senda marcada

 camino sin saber si avanzo o regreso.

 ¡Enseñaré a un inocente a llevar flores de muerto!

 Sin fin ni objeto me hallo emplazado en el camino

 como agua estancada o noche en inicio,

 como árbol prolífico en un frondoso jardín.

 Velero cansado de tanto mar y tanto cielo,

 nardo desfallido bañado de continuo en rocío albo,

 niebla gris desnuda al fin, que de amar tiembla,

 pálido algodón de invierno soy, caído en lodo frío,

 buscando el faro guía y los diques pardos del remanso,

 tu brisa de tierra adentro y tu voz dulce y cálida,

 el ascua de tus dedos y los senos de una virtud ázima.

 Tornasoles de crisis viva son mis pensamientos,

 mis sentimientos, sedimentos calcáreos e impermeables,

 mi alma se forja entre la duda y el pensamiento

 y arrastrado corono, lentamente, la verdad.

 Humo soy cuando la busco ascendiendo hasta la sonrisa

 del hombre perdido, a imagen y semejanza.

 

 

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Última actualización: 23 de enero de 2011